Gajes del oficio


Uno de los aspectos de la ciencia más visiblemente reconocidos es el de su metodología. En efecto, los científicos utilizan una serie de herramientas del pensamiento muy características que, desde nuestra postura pedagógica, deben estar reflejadas en la enseñanza de la ciencia. En otras palabras, si nuestro objetivo es que los estudiantes adquieran en cierta medida las formas de pensar propias de la ciencia, la metodología de la investigación científica resulta un aspecto clave en la enseñanza.
Lo que tradicionalmente se denomina “método científico” supone una serie ordenada de pasos para ir encontrando respuestas consistentes a preguntas bien planteadas relacionadas con lo que sucede en nuestro entorno.
Para desarrollar herramientas de pensamiento acordes con la forma de
conocer de la ciencia es sumamente importante que los estudiantes tengan
la oportunidad de involucrarse personalmente en una investigación en la
que intenten responder alguna pregunta de las que llamamos “contestables”.

Es deseable, si se puede, que se trate de una pregunta auténtica, planteada por ellos mismos o cuya respuesta sea significativa para ellos y no que sólo sirva para contentar al profesor respondiendo a una guía de trabajo. Las preguntas pueden ser de tipos diversos; lo esencial en esta recorrida por el “método científico” es el desafío de buscarexplicaciones posibles y ponerlas a prueba. 

Otra estrategia útil para enfatizar el aspecto metodológico de la ciencia en el aula es el estudio de casos históricos en los que diferentes personajes resolvieron determinados problemas o respondieron ciertas preguntas.
A continuación analizaremos algunas de las herramientas utilizadas con
mayor frecuencia en la investigación científica (los famosos “pasos” del método científico) y sugeriremos prácticas para que los alumnos se familiaricen con ellas. 

LAS PREGUNTAS
Como decíamos, detrás de toda buena investigación hay una pregunta
 de fondo que el investigador quiere responder. Los buenos científicos buscan afanosamente buenas preguntas, aquellas que son interesantes y contestables. En el aula, al igual que en la ciencia profesional, es importantefomentar en los alumnos el arte de hacer preguntas que conduzcan a investigaciones; en este sentido lo importante no es sólo la pregunta sino la forma en que se la plantea. Muchas veces sucede que preguntas muy interesantes están formuladas de tal manera que no conducen a experimentos claros. En ese caso, es necesario reformularlas de modo que podamos abordarlas, sea por experimentación o a través de observaciones. 

LAS HIPÓTESIS
Apenas surge una pregunta, un científico imagina una o más respuestas o hipótesis posibles, que deberá luego someter a prueba. Las hipótesis pueden referirse a ideas acotadas e inmediatas (“Creo que el ratón murió de hambre”) o de mayor aplicabilidad y grado de abstracción (“Creo que la materia está constituida por partículas cargadas”). Una hipótesis no es
una adivinanza descabellada, sino una suposición basada en la experien￾cia previa, los datos disponibles y el sentido común. En el aula, proponer hipótesis es un ejercicio importante, pero debe ser usado con mesura para no terminar negando el aspecto empírico de la ciencia. Cuando los estudiantes proponen hipótesis tras hipótesis, da la impresión de que lo importante es imaginar el mejor escenario posible para una situación, y quien produzca la hipótesis aparentemente más creíble habrá dado en el clavo.

LAS OBSERVACIONES
Para corroborar o refutar una hipótesis generalmente es necesario realizar observaciones o experimentos. Para fomentar el hábito de hacer observaciones es útil exponer a los estudiantes a los fenómenos que deseamos analizar y darles la libertad, en la medida de lo posible, para estudiarlos de
acuerdo con sus tiempos y su curiosidad, no con los nuestros. Parte del problema con esta forma de proceder es que, según nuestra experiencia, si pedimos a los alumnos que “observen”, simplemente mirarán, echarán un
vistazo, una ojeada. Para evitar este abordaje superficial, podemos guiar la observación de diferentes maneras. Si queremos que observen algo en particular, por lo general lo más honesto es simplemente llamar la atención
sobre lo que nosotros mismos observamos.
Es importante que expliquemos a los alumnos la diferencia entre observación e inferencia o interpretación. 

LOS EXPERIMENTOS
Los experimentos, al igual que las observaciones, también pueden generar preguntas. Normalmente, un experimento busca resolver una cuestión, dar una respuesta a una pregunta, poner a prueba una idea. En cualquier caso se habrá de formular una hipótesis y los estudiantes deberán saber claramente cuál es el objetivo del experimento y cómo se logrará. El experimento deberá tener un resultado si la hipótesis se confirma y otro resultado distinto en caso contrario. Si el resultado esperado es el mismo, sea la hipó-
tesis cierta o falsa, entonces el experimento es inútil –o bien la hipótesis ha sido mal formulada–. Además, es importante constatar si un determinado resultado confirma
nuestra hipótesis o si ese mismo resultado podría ser compatible con otras
hipótesis alternativas. 

LOS RESULTADOS
Después de realizar un experimento viene el análisis de sus resultados. Ésta es una actividad exclusivamente mental. De hecho, no es necesario que uno mismo realice el experimento para poder analizar sus resultados. Una de las capacidades (y a veces uno de los deleites) de los científicos es poder criticar los resultados de otros, o incluso interpretar su significado

PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS SUGERIDAS PARA DESTACAR EL ASPECTO METODOLÓGICO DE LA CIENCIA
• Analizar casos históricos de desarrollo de preguntas, hipótesis, experi￾mentos y análisis de resultados.
• Entrenar a los estudiantes en el arte de formular preguntas deliberadamente.
• Fomentar en los estudiantes el hábito de preguntar “cómo” antes de “por
qué”.
• Desarrollar el hábito de preguntarse “¿Qué pasaría si…?” (es decir, qué
pasaría si cambio variables en el fenómeno observado). A falta de predicciones basadas en explicaciones causales se pueden admitir “conjeturas educadas” pero no adivinanzas descabelladas.
• Incentivar en los estudiantes el hábito de formular hipótesis frente a cualquier pregunta.
• Promover en los estudiantes la costumbre de hacer predicciones basadas en la hipótesis formulada.
• Fomentar en los estudiantes la capacidad de observación y descripción
de lo que miran.
• Enseñar a distinguir entre observación, inferencia e interpretación.
• Estimular el diseño de experimentos que puedan contestar las preguntas
o contrastar las hipótesis propuestas.
• Involucrar a los alumnos en experimentos en los que tengan que realizar
mediciones para interpretar la validez o no de una hipótesis propuesta.
• Estimular en los alumnos la exploración de diversos tipos de metodologías alternativas o complementarias para la resolución de los experimentos.
• Cuando sea posible, resolver problemas en forma cualitativa antes de embarcarse en cálculos matemáticos.

Gellon, G., Feher, E. R., & Furman, M. (2005). La ciencia en el aula (1a ed.). Paidós. pp 69-83


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